Has empezado con entusiasmo tu nuevo plan de alimentos, sin embargo, han pasado unos días y te sientes mal. Notas cansancio, dolor de cabeza, te irritas fácilmente y te cuesta concentrarte. Parece un resfriado, pero no lo es; y no es contagioso, pero sí puede ser molesto. La mayoría de las personas sienten algunos de estos síntomas durante los primeros días de llevar una alimentación baja en carbohidratos.
- Fatiga
- Dolor de cabeza
- Calambres musculares
- Irritabilidad
- Dificultad para concentrarte (“neblina mental”)
- Falta de motivación
- Mareos
- Antojos de azúcar
- Náuseas
Afortunadamente, es temporal y pronto te sentirás bien. De hecho, es posible que tengas más energía que antes de comenzar la dieta.
Este malestar se produce por la transición cuando el cuerpo comienza a quemar grasa para obtener energía en lugar de azúcar.
Al pasar de una dieta alta en carbohidratos a una muy baja en carbohidratos se reducen los niveles de insulina en el cuerpo. Cuando los niveles de insulina están muy bajos, el hígado comienza a convertir la grasa en cetonas, las cuales pueden ser utilizadas por la mayoría de las células en lugar de la glucosa.
Cuando el cuerpo usa principalmente cetonas y grasa para obtener energía, se encuentra en un estado de cetosis.
Sin embargo, al cerebro y a otros órganos les lleva algo de tiempo adaptarse a usar esta nueva fuente de energía. Cuando los niveles de insulina caen, el cuerpo reacciona excretando más sodio en la orina junto con agua.
Debido a esto, es probable que orines más a menudo durante más o menos la primera semana de alimentación keto.
Este cambio causa parte de la rápida —¡y normalmente muy bienvenida!— pérdida de peso que ocurre en la fase inicial. Algunas personas pueden sentirse bien o ligeramente cansadas durante un día o dos después de comenzar a comer con pocos carbohidratos. En el polo opuesto están las personas que desarrollan síntomas que afectan su capacidad de funcionar durante varios días.
Los síntomas normalmente desaparecen por sí mismos en varios días o semanas, a medida que el cuerpo se adapta. Pero en vez de sufrir de forma innecesaria durante ese tiempo, puedes ir probando los siguientes remendios:
1. El remedio: aumenta el consumo de sal y agua
Siempre que tengas dolor de cabeza, letargo, nauseas, mareo u otros síntomas durante las primeras semanas de tu nuevo estilo de alimentación, toma un vaso de agua con la mitad de una cucharadita de sal.
Esta medida tan sencilla puede disminuir o acabar con los efectos secundarios en 15-30 minutos. Puedes hacerlo una o dos veces al día si fuera necesario.
Una alternativa más sabrosa es beber consomé, caldo, caldo de huesos, de pollo o de vacuno y, si lo deseas, mezclar una cucharada de mantequilla salada. O, si usas caldo bajo en sal, añadirle una pizca o dos de sal.
Además, asegúrate de beber suficiente agua. Cuanto más grande seas, probablemente más agua pierdas en la fase inicial, y más necesites reponer. Una buena regla general es tomar un mínimo de 2,5 litros de líquido al día.
2. Más grasa = menos síntomas
Debido a décadas de desinformación acerca de que la grasa no es sana, el rechazo a la grasa es común entre la gente que empieza una dieta baja en carbohidratos.
Pero si reduces de forma drástica los carbohidratos sin aumentar el consumo de grasas, el cuerpo pensará que está sufriendo inanición. Sentirás cansancio, hambre y, en general, malestar.
Incluye suficiente grasa en tu alimentación para garantizar que no tengas hambre después de una comida y que puedas pasar varias horas sin comer y que tengas mucha energía.
Asegúrate de aumentar el consumo de grasa al comienzo hasta que tu cuerpo se adapte a usar grasa y cetonas para sus necesidades energéticas. Una vez que el cuerpo esté adaptado a la grasa, deja que tu apetito te guíe para reducir la grasa ligeramente y saber cuánta necesitas para saciarte.
3. Una transición más lenta
¿No te ha sido de mucha ayuda añadir más agua, sal y grasa? ¿Sigues sintiendo dolor, cansancio y malestar?
Los síntomas son solo temporales, desaparecerán cuando tu cuerpo esté acostumbrado a quemar grasa.No obstante, puedes ralentizar la transición, si consumes algunos carbohidratos más, no te preocupes, irás un poco más lento, pero puede funcionar perfectamente bien, recuerda que buscamos mejoras permanentes en tu estilo de vida y de alimentación.
4. Tómate la actividad física con calma
Aunque muchas personas descubren que su energía y aguante mejoran con un este tipo de alimentación, no es lo mejor intentar hacer demasiado ejercicio al comienzo.
No suele haber problemas por caminar, hacer estiramientos, yoga suave y otros ejercicios de mente y cuerpo, incluso pueden ayudarte a sentirte mejor. Pero cuando el cuerpo ya está bajo estrés al intentar adaptarse a un nuevo sistema de energía, no le sometas a una carga extra al tratar de realizar cualquier tipo de entrenamiento intenso. Tómatelo con calma durante las primeras semanas y después aumenta poco a poco la intensidad del ejercicio.